Desde que el mundo es mundo, el hombre ha apartado de su lado a criaturas que buscaron refugio en otras dimensiones haciéndose invisibles a los ojos humanos no entrenados para verlos.
Son seres vivientes y representan el aspecto inteligente y espiritual de la Naturaleza. Son muy sensibles y sufren mucho por la situación ecológica de la Tierra. El cielo los llama escuálidos.
Son estudiados en la Teología de la Naturaleza o Ciencia Sagrada, cuyo patrón es San Pablo. Esta es una ciencia de encuentros y, si bien es una aventura riesgosa -porque se mueve mucha energía- es como estar en el Paraíso.
Para ello debemos intensificar la conciencia de admiración, de esa admiración que sentimos por ser criaturas vivas; los ojos, para adiestrarse, deben hacer el trabajo de reconquista del espacio universal. En la tarea hasta podrían llegar a doler un poco. Una vez logrado, la calidez funciona de tal manera que se presentan aluviones de escuálidos ante nosotros. Es un bombardeo de aprender, recibir, maravillarse, disfrutar.
Cuando se ve un duende ya no se puede dejar de creer que existen dragones, gárgolas, unicornios, hadas… El mundo es mucho más que lo que aparenta. Es una existencia en la que no creíamos o que no imaginábamos.
La biología esotérica evolutiva divide a los reinos en dos grandes categorías: lo sutil y lo denso. Combinándolos con los cuatro elementos primordiales Agua, Fuego, Aire y Tierra, se forma un reino doble. Y el hombre es el único ser que puede estar en ambos. Es decir, el hombre que transita aventuras espirituales, o el denso, alquímicamente llamado plomo.
Vamos a hacer una división de los escuálidos:
Entre las criaturas acuáticas encontraremos a las sirenas, las ondinas, las náyades y las nereydas.
Entre las de la tierra, hallaremos duendes y gnomos dulcísimos y cariñosos.
Entre las pertenecientes al aire, podremos ver a los silfos, los gigantes y los gerontes.
Entre las criaturas del fuego, encontraremos a las salamandras, las gárgolas y los dragones.
Y en el maravilloso reino de lo sutil-sutil, estarán, para nuestro gozo, los ángeles, en todas sus categorías.
El estudio de estos seres está encuadrados en la elfolología, una ciencia cuyo patrono es el dios egipcio Anubis (hijo de Osiris y de Nephtys, dioses solares), que se representa en las cartas de Tarot egipcio -y por supuesto en todos los grabados egipcios- como un hombre con cabeza de perro negro. En su sincretización cristiana, Anubis es San Cristóbal.
Una aventura excitante y maravillosa, la de descubrir a estos seres tan especiales. Una aventura digna de emprender.