LAS SEÑALES PREMONITORIAS

Antaño los hombres auguraban so­bre accidentes y otros peligros en las llamas de la hoguera de los campa­mentos, en el vuelo de los pájaros y el color de las aves: si iban hacia el Norte o al Sur, al Este o al Oeste o gi­raban en círculo, si graznaban o esta­ban silenciosas (el vuelo de un ave en la noche se estimaba como muy fu­nesto). A veces iban más lejos, y sa­crificaban un animal para leer en sus entrañas acerca del viaje que se em­prendía, y aconsejando en consecuen­cia.

Por fortuna los tiempos también cambiaron para los pronósticos. No es necesario encender una hoguera en el aeropuerto o en la estación, tampo­co sacrificar conejos o pájaros. Ni tra­tar de ver el vuelo de las aves en las ciudades donde éstas no existen -sal­vo gorriones y palomas-.

Todos podemos auscultar el futuro sin grandes ceremoniales y con una razonable probabilidad de certeza.

UN MÉTODO SIMPLE

Consiste en tomar el boleto de viaje (o el pasaporte) y en la tarde del ter­cer día anterior al viaje, pedirle a un niño menor de 11 años que lo haga girar entre sus manos, sin que usted lo vea. Luego, que se lo pase. Usted tendrá los ojos cerrados y sin abrirlos pondrá el pasaje debajo de su almo­hada. Esa noche se irá a dormir sin mirarlo, cosa que recién hará a la ma­ñana siguiente, antes de desayunar. Si el pasaje está boca arriba, será un via­je espléndido. Si está al revés, quizá lo aconsejable es postergar la partida. Si se ha arrugado, doblado o dañado fatalmente durante la noche, definitivamente no se mueva de su casa.